martes, 17 de junio de 2008

SALIDA DE SABADO

Un sábado salí con un amigo y dos amigas. Nos juntamos en la casa de una de ellas a tomar unas cervecitas pre boliche; destino: boliche de moda; buena música, buenos tragos, buenas minas. Me acuerdo que esa noche iban los de Gran Hermano, realmente cero interés por ver a esos giles; objetivo: pasarla bien.
Cuando decidimos salir (tipo 3.30/45 de la mañana), nos subimos al auto y partimos hacia dicho lugar. Al pasar por enfrente del boliche vemos que había una terrible cola que abarcaba unos 20 metros. En concepto, cola es exactamente equivalente a decir fila, pero en estos casos, cola es equivalente a cuatro filas en una. Una maraña de gente, todos amontonados, apoyándose unos a otros, cagados de frío. Como he comentado en alguna ocasión, la paciencia no es mi fuerte, por lo tanto decidimos dar una vuelta a ver si el embotellamiento de personas en la entrada del boliche cedía. Al pasar unos cuantos minutos volvemos a pasar por el lugar y no se había descongestionado nada;

- “¿Y ahora que hacemos?” -dijo alguien-.
- “¿Vamos al otro boliche?” -la misma voz-.
- “¡Vamos al otro boliche!” -otra vez la misma voz-.
- “Naah, no jodas” -dije, tratando de que alguien apoye mi grito de protesta-.

Al parecer nadie compartía mi voto, por lo tanto, fuimos al otro boliche. Hay que bancarse lo que diga la mayoría.
Al llegar a la entrada pude sentir el clásico sonido de la música cumbiera que todos conocemos. “¿Qué carajo hago acá?” -pensé-, acto seguido pasé por el detector de metales, después de haberme sacado el celular, el encendedor y las llaves, pero como esas máquinas siempre suenan, está el amigo que te revisa después. Cuando saco (con dolor) los $10 de mi billetera para pagar la entrada, la mina de la ventanilla me dice: “Son 15”; con más dolor aún, saqué los 5 que faltaban para que me dieran la entrada con una consumición de cerveza.
Al entrar y llegar al fondo hasta alcanzar a ver el escenario, vimos que habían dos vagos cantando… cumbia, obvio. Ambos tenían unos pantalones de jean anchos medios caídos y una remera roja XXL que les llegaba casi hasta las rodillas; calculo que hasta las rodillas porque con la vestimenta es como que perdés noción de la forma del cuerpo. Uno de ellos tenía un sombrero pescador y por la parte de atrás de la cabeza le salían dos mechones más largos de pelo cubriéndole la nuca; y el otro tenía una gorra con la visera chata hacia atrás con la inscripción NY, ese ya se ganó mi desagrado, igual no creo que le importe.

- “¿Y estos quiénes son?” -le pregunto a una de las chicas-.
- “Cumbietón” -me responde-.
- “¿Cumbi, qué?”.
- “¡Cumbietón!, mezcla de cumbia y reggaeton”.

Ah, bueeh, cumbietón, re originales los muchachos, ¿por qué no le pusieron “Reggumbia”?, ¿no era lo mismo?. En fin, no me voy a poner a discutir el nombre de este grupo ni su significado.
Luego de bailar y tomar algo, vimos que se subió una señorita al escenario, una bailarina del lugar. Creo que ninguna parte de la palabra “bailarina” le quedaba a este especimen. A ver como la describo. Una chica que se notaba que no estaba en su peso habitual, sin ser yo nutricionista puedo afirmar eso; tenía una remerita bastante apretada y una pollerita de unos 30 centímetros de “largo” que no alcanzaban a cubrir la totalidad de su culo, aproximadamente dos tercios del mismo. Lo más impresionante fue cuando esta señorita meneaba, ¡por Dios!. Lo peor vino después, cuando seguidamente a ésta se subió otra chica con una vincha con orejitas de conejo y una calza enteriza negra, que de cuerpo era el doble que la anterior y, para no ser menos, también impresionó a todos con su meneito. Por un momento creí estar viendo animal planet. Es como cuando ves la pelea entre una serpiente y una tarántula, que no podés sacarle la vista de encima de lo impresionante que es, por más desagradable que sea e impresionable que seas.
Después de este acto deplorable, siguieron cantando los muchachos de Cumbietón. Lo que me sorprendió de estos pibes es que son de San Isidro, Buenos Aires. ¿Ese no es uno de los lugares más chetos de allá?, ¿del punchi punchi, del agüita con éxtasis y demás?.
Más allá de todo, la pasamos muy bien. Nos quedamos toda la noche ahí, disfrutando de Cumbietón, las bailarinas y algún que otro personaje.
Solo otra salida de sábado.

domingo, 1 de junio de 2008

LA NOVELA DE LA TARDE

Si hay algo que falta en el mundo es imaginación. Más en el mundo de las telenovelas. Las novelas de todo el mundo son iguales. Siempre la misma historia. Siempre los mismos problemas. Siempre el mismo final feliz.
La típica, una muchacha pobre que conoce al amor de su vida: un multimillonario dueño de una fortuna heredada, con una madre que no parece la madre, sino la hermana, la cual es una bruja. Actrices como Thalía y Natalia Oreiro han estado en novelas como esta. Thalía en Marimar, María la del barrio; y Natalia Oreiro en Muñeca brava.
La base es la dicha anteriormente. Después solo resta contar cómo se conocen y generar la mayor cantidad de conflictos como para tirar toda una temporada, finalizando con un final feliz que obviamente solo pasa en la televisión.
Se podría empezar con que la pobre desdichada es una cartonera, la que tiene como amigo un perro sucio que no es de ninguna raza al cual le habla y le cuenta todo. Ella vive en una villa con la abuela porque sus padres murieron cuando era chiquita.
Bien, vamos a la parte en que se cruzan por primera vez.
Ella está buscando, como todos los días, un poco de cartón en una vereda con su perro roñoso. Él va en su Mercedes Benz descapotable, con lentes oscuros y la cabellera rubia al viento, acompañado de su madre y el Caniche Toy. La muchacha cruza la calle, y cuando va llegando al otro lado de la vereda sus miradas se cruzan. Instantáneamente se enamoran perdidamente uno del otro. El primer contacto se realiza cuando un día él pasa solo por el mismo lugar y advierte que unos vándalos malvivientes le están robando el cartón que tanto le había costado conseguir en el mundo de mierda que le tocó vivir. Heróicamente la defiende y se quedan charlando un rato. Ella tiene un nombre como Juana Perez y él uno como en todas las novelas mexicanas, algo como Luis Fernando de los Valles, o alguno que diciendo los dos nombres consecutivamente quede bien.
Lo más entretenido es el nudo de la novela. Cuando se generan los problemas y pasan cosas realmente grosas. Lo que me sorprende es que todos los descubrimientos se hacen de la misma manera: están charlando dos personajes, y un tercero escucha detrás de la puerta un secreto que nadie sabía. O frases célebres como: “Soy tu padre”, y ese primer plano que le hacen a la otra persona mientras pasan la musiquita de la escena de la ducha de Psicosis. La muerte de algún personaje también es muy común. El accidente que dejó paralizado al protagonista, o con amnesia. La maldita ex novia del multimillonario que no quiere a la cartonera y le hace la vida imposible. El hijo no reconocido de alguno que aparece. Alguien que se queda ciego. El secuestro de algún personaje.
En fin, creo que ya han agotado todas las posibilidades que existen. Cualquiera puede escribir una novela, solo hay que saber inventar algunos problemas. O simplemente usar algunos que ya existan, total, ¿quién te va a decir algo?. Otro recurso es robar escenas de películas o series yankees, como se ha visto en producciones argentinas.
Y el final de la novela es indiscutido. Todos felices y contentos. La cartonera se casa con el multimillonario y viven en una mansión. Los malos muertos o locos en un instituto para dementes.
Asi que no se hagan los sorprendidos y no digan que no les avisé cuando estén viendo la novela y suceda algo de lo dicho.